No me gustan los arándanos, pero es que esta mañana desperté y las mariposas revoloteaban alrededor de los cadáveres de después de la batalla. Y no es que te ame, pero estaba tan bello el paisaje que te escribí una carta de amor. Perdóname si te ofendí pero el horizonte me confunde tanto que ya no sé si es mar o cielo todo lo que siento.
No quiero hacer de esto un ensayo sobre lo humano, lo divino y lo tuyo, sin embargo, no puedo evitar sentarme en un banco de niebla y reflexionar durante horas sobre tu ombligo. Ya sé que en lo bajo de tus pensamientos eran altas horas de la noche pero tuve que ir. Intenté no hacer ruido para no despertar al profesor de matemáticas y robarle sus fórmulas, pero es que mis tacones de puta barata resonaban en los enmohecidos tablones de madera. Mi plan no salió como esperaba aunque conseguí las fórmulas.
Lo que en las fórmulas descubrí jamás te lo revelaré. Pero te diré una cosa, ahora sé porque tu ombligo tiene forma de mariposa.
Un tanto enigmático pero mágico. Me gusta el final donde dices que ya sabes porque su ombligo tiene forma de mariposa. Y que le escribas una carta de amor sin amarle. Te seguiré.
ResponderEliminarMe alegro de que te agrade mi relato, Sastrecillo. Muchas gracias por seguirme.
EliminarSaludos
André Breton estaría encantado con tus micros. ¿Estamos acaso ante la renovación de la escritura involuntaria?
ResponderEliminarUn beso, Kyra.
Juan M
Creo que a André Bretón mi relato le sabría a poco, pero con algunas clases suyas algún apaño podríamos hacer...
EliminarGenial tu microrelato! Me ha encantado que no quiera decir qué hay en las fórmulas!
ResponderEliminarUn beso!